3 feb 2013

Cuestión de confianza (2)


Opinión

Jerónimo Calero

El morbo está servido y la situación es altamente  indignante. Tanto si son culpables de corrupción, como si no, nuestros políticos están dando un mal ejemplo ante una sociedad que ve cómo se le recortan derechos y pagas, se suben impuestos, se cancelan servicios y se obliga a los españoles de a pie a una austeridad rayana en la pobreza.

Ahora, todos los que ocupan cargos relevantes en el gobierno,  ponen la mano en el fuego por sus jefes, quienes, acusados  de mamandurria por el propio implicado -por el que por cierto, nadie puso la mano en el fuego y si la puso se quemó-, se dan golpes de pecho y juran y proclaman su inocencia a los cuatro vientos.

Está claro que corresponde a quien acusa, demostrar los hechos, y a los acusados salir indemnes de la acusación. Mientras tanto, y dada la duración de los posibles enfrentamientos, confrontaciones, pruebas periciales y todo lo que conlleva este tejemaneje en el que sin duda ganará quienes mejores abogados tenga o mejor juegue sus cartas, estaremos condenados a una especulación generada por intereses partidistas que dejarán un ambiente encenagado por mucho que las razones de unos u otros se den por buenas.

Pero lo cierto es que en la España democrática, la corrupción ha existido casi desde el principio. No hará falta escarbar mucho en el almacén de  la memoria  para recordar todas las corruptelas que salieron a la luz a lo largo de estos ya considerables años que debieron servir para afianzar la democracia y no para ponerla en la picota como ahora está.

Es cierto que en cada caso se solucionaron los problemas, bueno lo de que se solucionaron es un decir; se puso fin de una manera  más o menos esperpéntica.  Hubo cabezas de turco, hombres de paja, pactos y todo lo que, quienes saben de leyes, utilizan dentro de una legalidad que permite el manejo de estas herramientas. Pero claridad lo que se dice claridad, no hubo tanta. Como probablemente tampoco la habrá en esta ocasión en la que los flecos estarán tan enredados que será imposible devanar  la madeja.

La verdad es que no me imagino a nadie que, implicado como sospechoso en alguna trama de  corrupción, pueda tener la desfachatez de seguir erre que erre negando la mayor  y empeñado en mantenerse en su cargo. Porque debe ser difícil mirar de frente desde esa situación a quienes en su vida no han hecho más que trabajar y pagar impuestos para que, desaprensivos –por llamarlos de manera indulgente-, se hayan apropiado de su esfuerzo. Hasta ahora, y haciendo uso de una palabra tan de moda, sólo nos cabe la presunción. De inocencia o culpabilidad, según sea el color del cristal desde el que se mira, pero presunción al fin y al cabo.

Pero si esta es la democracia a la que hemos accedido después de tantos años, yo digo ¡basta! Ya está  bien de que nos tomen por el pito de un sereno; de que sólo les seamos útiles a la hora de emitir nuestro voto. Ya está bien de mentiras, de parches, de apaños, de impunidad. Alguien debe haber en España que tenga la suficiente integridad y honradez para sentar las bases de una transparencia necesaria, de una confianza en la justicia y en los mandatarios a toda prueba; ya está bien de medias verdades o de medias mentiras, de dimes y diretes, de golpes de efecto que dejan en la sombra los verdaderos problemas a los que se enfrenta un país, hundido según unos y en vía de recuperación según otros.

No sé, pero me da la impresión de que las crisis, los cambios de gobierno, los movimientos  todos, en este tablero de ajedrez que parece ser Europa están pactados de antemano: “Ahora toca  que gobiernen estos porque vosotros estáis demasiado quemados”. “Es necesario frenar porque vais muy acelerados”. “Haced políticas de recorte para equilibrar vuestros desmanes”. “Sujetad el consumo y la especulación que no se corresponden con vuestro estatus” Parece como si la voz de Pepito Grillo machacara en las conciencias de nuestros dirigentes europeos.  

Y así nos han convertido en un país de servicios. Nuestro sol y nuestras costas parecen ser los únicos avales para que el turismo suavice nuestra mala situación económica. Pero yo creo que los españoles tenemos más capacidades. ¿A alguien se le ocurrirá dejarnos hacer sin poner excesivos impedimentos?

6 comentarios:

  1. Corrupción o no aparte, no hay que olvidar que Rajoy no debería seguir como presidente del gobierno simplemente por el fraude que ha cometido al presentar unas medidas y llevar a cabo otras bien distintas.
    Si tiene la famosa mayoría absoluta -de escaños, que no de votos- es porque la gente votó un programa. Si ese programa no lo cumple -da igual los motivos que aduzca- su gobierno no es legítimo.
    Es elemental.

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  2. Anónimo4/2/13, 7:14

    Tal vez se debería especificar que los periódicos han publicado documentos del Partido Popular, no de otras formaciones políticas. Del PP sí; donde consta, que los máximos dirigentes de nuestro Gobierno y del PP, han cobrado cantidades inmensas de dinero procedente de empresas a las que previamente se les adjudicaban contratos públicos.

    Entre los que ponían el cazo, Rajoy, Cospedal, Arenas, Cascos. En asuntos de corrupción, tolerancia cero, pero dándole a cada cual lo suyo, no colocando el ventilador para decir que todos son iguales.

    Porque no todos los andaluces son vagos, ni los catalanes tacaños, ni los políticos corruptos. Hasta ahí podíamos llegar.

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  3. La corrupción tiene muchas variantes, por ejemplo liberar a más personas de las necesarias, o ponerse unos sueldos que no se merecen. Es decir cuando se estruja el bolsillo de los demás para beneficio propio, también es moralmente reprobable.

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