Opinión
Miguel Ramírez Muñoz
Coordinador Provincial de Izquierda Unida
Si
hubiera que buscar efectos positivos de esta crisis que sufrimos desde hace 4
años, podríamos buscar un buen número de ejemplos; el reconocimiento de la
insostenibilidad del modelo de desarrollo que nos trajo la crisis, la
paralización de proyectos que atacaban el medio ambiente, y gracias al 15-m, la
necesidad de una profunda democratización de las estructuras del poder: reforma
de la ley electoral, frenar la influencia de los mercados y del poder
financiero en todas las decisiones políticas y económicas, y una transformación
de los partidos y organizaciones sociales para atender a las nuevas formas de
expresión ciudadana.
La crisis es culpa de las políticas de
derechas
Sería
conveniente recordar, que la crisis que vivimos es fruto de las políticas de la
derecha neo-liberal, especialmente en los casos de Grecia, Irlanda, Portugal e
Italia, porque fueron sus gobiernos neo-liberales los que trajeron la crisis,
que luego tocó gestionar en el caso griego y luso a los socialistas, que al
final siguieron el guión pre-cocinado por la misma derecha.
Mientras
en Europa la crisis era la expresión de los gobiernos de la derecha, en España,
Zapatero y el PSOE asumieron sin más todos los dogmas neo-liberales de los que
ahora se desdicen; reforma constitucional, reforma laboral, reforma de las
pensiones, límites gasto público, privatizaciones (Lotería Nacional, AENA,
etc…), el co-pago sanitario era defendido por José Manuel Campa, nº 2 de Elena
Salgado, y tanto Almunia como MAFO, siguen arreando exigiendo mas reformas y
más recortes.
Todas las premisas programáticas del
PP se han mostrado falsas en apenas 4 meses de gobierno.
De
la rebaja fiscal para animar la economía, a la subida del IRPF y el IBI. De la
intocabilidad de los servicios públicos, a su ataque más brutal. De la política
de transparencia, al indulto a los corruptos y al enchufismo de familiares en
empresas anteriormente públicas. De la “no” intervención de nuestra economía, a
la rendición de cuentas ante la CDU alemana con carácter previo a la
presentación de los PGE en el Parlamento nacional.
Hoy
España repite su gran pecado histórico, ser más papistas que el Papa, y Rajoy está
dispuesto a aplicar hasta la extenuación unas políticas cada vez más discutidas
y contestadas en Europa y fuera de ella. Al tándem Merkel-Sarkozy apenas le
quedan unos meses de vida, y por tanto la derecha se queda huérfana de discurso
y de brazo político para la imposición de su modelo antisocial y
antidemocrático en Europa.
El
PP deambula entre la restauración nacional-católica y el paroxismo neo-liberal.
El desconcierto tras el fracaso de Andalucía y Asturias, ha despertado el
cainismo de la derecha, y corremos el riesgo de que traten de dar imagen de
fortaleza, a base de atacar la escasa cohesión social y territorial conseguida
hasta ahora en España.
La derecha, al servicio de los de
siempre
Sin
embargo, el hecho de que el PP y sus aliados se muestren incapaces de gobernar
con criterios de interés general, no les distrae de su objetivo de defensa de
sus intereses como clase, especialmente con una reforma laboral que entrega
todo el poder a la patronal y dinamita la negociación colectiva, o con una reforma financiera que nos encamina
a un monopolio bancario privado, con una acumulación de poder político y
económico que amenaza a la misma democracia.
Por
eso están acelerando el proceso de “reformas”, para asentar políticamente todo
un entramado económico-financiero, que les asegure su hegemonía, antes de que
la sociedad pueda oponer resistencia democrática a este desmantelamiento del
Estado Social, Democrático y de Derecho, que aunque muy debilitado, sigue
siendo un avance frente al capitalismo dickensiano que pretenden restaurar.
A organizar la mayoría social
No
cabe duda, que la mayoría social de nuestro país, necesita de estos derechos y
conquistas para mantener un mínimo de dignidad personal como ciudadanos y como trabajadores.
Y
si bien esta mayoría habría sufrido un proceso de “alienamiento” en ese confuso
término de “clase media”, lo cierto es que su potencialidad transformadora
sigue intacta, quizás amplificada por nuevas formas de resistencia al
capitalismo; formas de consumo y de cooperación no capitalistas, redes sociales
de intercambios de formación y de información, globalización de la Solidaridad
y de la cooperación internacional, nuevas formas de participación ciudadana
para la gestión de lo público, la defensa del medio ambiente, etc…
Las
espadas vuelven a estar en alto, y estamos comprobando que la sociedad se está
movilizando, rompiendo las barreras partidistas y sociales para defender un
bien común como es la Sanidad Pública, y por tanto se abre una gran ventana a
la esperanza, que no debemos cerrar.
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