23 dic 2012

Julián Gómez-Cambronero, en el Congreso Científico de la Sociedad de Biología Leucocitaria en Hawái


Hawái: Avances en investigación sobre la inflamación


Julián Gómez-Cambronero 
Científico y Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular
Wright State University, Ohio (EEUU).

El Congreso científico de la Sociedad de Biología Leucocitaria (SLB) fue celebrado en la isla de Maui en Hawái el pasado mes de Noviembre. Como curiosidad, Maui se halla a la misma latitud que el desierto del Sahara y le correspondería un clima desértico. Pero no es así, pues al estar en medio del Océano Pacifico, las corrientes marinas (vientos Alisios de la “ruta de los mercaderes”) cambian el clima de Hawái totalmente. Estos vientos tan cálidos del Oeste hacen que el agua evaporada del mar suba hasta las montañas, se condense y caiga en forma de lluvia en el Este. Esto convierte a Maui y al resto del archipiélago en un paraíso tropical. 

El clima tropical de Hawái provoca estos
contrastes con otras zonas del planeta
de su misma latitud

Lo único que de vez en cuando amenaza la calma de estas islas es la alerta de un tsunami, como la que tuvimos durante el congreso, debido a un terremoto en Canadá a más 5.000 Km de distancia. Pero fue una falsa alarma; tras una noche ruidosa de olas estrellándose en la playa, el nuevo día amaneció calmado. El clima de Noviembre resultó ser perfecto, con días todavía de calor y aguas transparentes que van de un verde esmeralda en la playa a un azul turquesa mar adentro, como se ve en las fotos que se adjuntan. Ese constante fluir, ese ir y venir de las olas del mar… refleja de alguna manera el tema principal del congreso científico, que trataba de La Regulación de la Inflamación, que, como vamos a ver, conlleva fuerzas a favor y fuerzas en contra. 

Recordemos que la inflamación es la respuesta fisiológica del organismo ante un agente extraño (físico, biológico o químico). Por ejemplo: bacterias patógenas, virus, alérgenos, frío o calor excesivo o un golpe traumático. La inflamación es un proceso natural de defensa del cuerpo y cuando el estímulo causante cesa, la inflamación debe ir reduciéndose hasta desaparecer. Si esto no es así, se convierte en crónica y ahí viene el problema.

La inflamación es un proceso dinámico, controlado por proteínas y glóbulos blancos (como los llamados neutrófilos, los macrófagos o las células dendríticas) que actúan en diferentes puntos y a diferentes tiempos dentro del tejido afectado en un trauma o en una infección. La inflamación efectiva debe buscar un balance entre fuerzas opuestas. Necesitamos una respuesta efectiva del organismo que ayude a eliminar el agente causante, pero que no sea demasiado potente o prolongada como para que nos dañe. Estas dos fuerzas opuestas son la “pro-inflamatoria” y la “anti-inflamatoria”.

En el congreso científico se habló de los siguientes puntos, que seguro nos interesan a todos, por ser temas de salud actual que están siendo investigados en diversos laboratorios:

1. Hay dos tipos de “citoquinas” (o citocinas), que son una especie de hormonas que regulan la función de los glóbulos blancos de la sangre durante la inflamación. Las llamadas “pro-inflamatorias” (como son, IL-8, IL-1 y TNF y el interferón gamma) producen fiebre y ayudan a los leucocitos  a escapar de los capilares y llegar a los tejidos donde son necesarios para combatir la infección. En contraposición, las citoquinas “anti-inflamatorias” (por ejemplo, IL-4, IL-10, IL-13 y el factor transformador del crecimiento beta [TGF-ß]) disminuyen la respuesta inflamatoria para evitar que llegue a ser tan potente que nos pueda a causar más daño que beneficio.

2. Se está estudiando actualmente si estas proteínas “anti-inflamatorias” son eficaces para controlar la inflamación después de un infarto de miocardio, o en la sepsis, en la artritis reumatoide, la psoriasis, la enfermedad inflamatoria intestinal, o en el rechazo de trasplante de médula ósea. También para tratar de paliar los efectos negativos que la radioterapia y quimioterapia tienen sobre la destrucción de la mucosa intestinal. Como vemos, las consecuencias de la inflamación engloban diferentes áreas de la fisiología y la patología humanas, donde todavía queda mucho que descubrir.

3. Hablando de otras áreas, se esta llegando a la conclusión que de alguna manera, la obesidad también puede, con el tiempo, dar lugar a exacerbar la inflamación. Como el exceso de peso se está convirtiendo en una auténtica “epidemia” en Occidente, los ponentes resaltaron también que la obesidad causa la liberación de citoquinas inflamatorias que complican la situación y puede llegar a derivar en diabetes.

4. Otro campo que está recibiendo atención es el de los ácidos grasos omega-3 (presente en el pescado azul) o el sulforafano que se encuentran en abundancia en las plantas crucíferas como el brócoli, y que tienen actividad anti-inflamatoria. Así pues, es también importante la conexión con la nutrición.

Los investigadores están descubriendo que el organismo tiene otras formas naturales de paliar una respuesta inflamatoria excesiva. Se habló de unas substancias lipídicas de reciente descubrimiento con nombres tan llamativos como “resolvinas” (substancias que “resuelven” la inflamación) y “protectinas” (substancias que “protegen” el organismo)… Son palabras muy curiosas, y es que los científicos también tienen su sentido del humor… en Hawái, o donde quiera que se encuentren.

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