4 ene 2013

Con toda humildad


Opinión


Jerónimo Calero

Quiero  aclarar, para quienes imaginen un trasfondo en mis opiniones, que no va implícito en el ánimo de  las mismas pasar por analista político, ni dar soluciones que escaparían a mis modestos conocimientos, ni  tengo afán de protagonismo,  ni me decanto políticamente hacia uno u otro bando. Siempre he llevado con discreción mi independencia en todos los órdenes de la vida y si a algo me agarro con fuerza, es al beneficio de la duda  que a toda persona se le debe conceder. No creo que nadie que llegue al gobierno a través de las urnas, lo haga con malos propósitos, pienso que todos los programas políticos  están cargados de buenas intenciones, al margen del fanatismo que puedan desencadenar  sus ideologías , y que para bien o para mal, en democracia, son las urnas las que tienen la palabra.
No soy  iconoclasta, si alguien tiene teorías o hechos que me convenzan, tanto me da que sea de uno u otro color. Pero soy crítico y no puedo sustraerme a exponer mi malestar ante hechos puntuales. Eso no quiere decir que me considere enemigo de nadie, Me parece que la alternancia en el gobierno es una buena medicina en política, que las mayorías nunca son buenas y que el exceso de años en el poder lleva a la soberbia.  Y que  si  eso son fallos, lo son debido a un sistema democrático que, como todo,  debería estar sometido a rectificaciones en su andadura.

Hecha mi declaración de principios, diré que lo que me mueve a publicar mis reflexiones no es  más que una actitud de compromiso, en primer lugar conmigo mismo y después  con el resto de la sociedad. Creo que expresar ideas u opiniones  desde el respeto a quienes intentan con mejor o peor fortuna conducir el timón de este barco llamado España,  pero con la exigencia que corresponda, es, cuando menos, una actitud cívica, clara y comprometida.

Lo que no sabía al publicar en Manzanares Digital es que estaría sometido a una intercomunicación  tan directa, y que tanto las opiniones favorables, como las adversas, me iban a crear un estado de conciencia que no sé si sabré soportar. Porque, sinceramente, no me molesta que se hagan críticas a mis comentarios ya que, ni estoy en posesión de la verdad, ni  lo pretendo, ni hay verdades absolutas. Lo que me molesta es la visceralidad que emana de los mismos. Si alguien dice:” no voy valorar su artículo”, pero se  molesta en decirme: “usted me parece un chaquetero y está pagado de un  excesivo afán de protagonismo”, debo considerar que lo que realmente le molesta es mi persona y no mi artículo. Si alguien argumenta que no hablo de parados o de la prima de riesgo o de todo lo que la televisión y la prensa se encarga de exponer diariamente, es porque no entiende la intención de mis reflexiones, que a lo mejor responden simplemente a un estado de ánimo acorde con las circunstancias en las que vivimos y necesita de este “recurso del pataleo” para seguir aguantando. Porque para lo demás, “doctores tiene la Iglesia”.

En cualquier caso, discúlpenme los anónimos, si no contesto a sus comentarios. Me gustaría que quien tenga ideas que exponer, o críticas que realizar,  lo haga a través de esta misma página utilizando su nombre y apellidos. Ganaría en credibilidad y yo no tendría inconveniente en aprender  de sus teorías o rectificar mis argumentos. Lo que no considero admisible es que alguien se esconda detrás de un seudónimo o un anonimato para arrojar toda su hiel sobre los que él entienda como contrarios. Creo que una de las asignaturas pendientes de nuestra democracia es eliminar la visceralidad, el enfrentamiento entre las dos Españas, que aún se da, y trabajar de manera consensuada.  Hace ya tiempo que todos deberíamos ir por el mismo camino, ya que desde su demagogia doctrinaria, todos los partidos, parecen querer lo mejor para el electorado. Un electorado que, una vez salvada la batalla de las urnas,  ve como los ganadores se acogen  a la disciplina de partido y ésta prima por encima de la realidad que  les afecta.

O sea que es simple. Utilizo las herramientas que la democracia ha puesto en nuestras manos -la libertad de expresión es una de ellas-, tratando de hacerlo desde  un talante conciliador, que es para lo que creo que debe servir la palabra. Aunque después de tantos años de desencuentros no esté tan seguro…

3 comentarios:

  1. Por mi parte, Sr. Calero, le animo a seguir expresando su opinión. No pasa nada por publicar lo que uno piensa. Siempre habrá gente a la que le guste y gente a la que no. Al principio cuesta, pero finalmente uno se acaba acostumbrando a las críticas. Un Saludo.

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  2. Ah, y siga usando estos medios de comunicación. En mi opinión, el futuro está aquí, en esta interacción constante. Poco a poco, el escribir sobre papel y no estar sometido al escrutinio directo de los lectores está pasando a un segundo plano. Saludos.

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  3. Por desgracia Don Jerónimo, hay personas que utilizan los medios electrónicos para mostrar lo peor de sí, desvirtuando de esa manera, cualquier comentario o debate que se inicie con la mejor de las intenciones.

    Siga usted con sus reflexiones, que otros las leemos con interés, aunque no estemos plenamente de acuerdo con ellas.
    Y en caso de que encuentre alguna discrepancia relevante, le puedo asegurar que se lo haré saber anonimamente con mi nick, pero eso sí, desde el más absoluto respeto.

    El que éste blog permita hacer observaciones sin firmar, no significa que no se puedan rastrear con relativa sencillez el origen de dichos comentarios.
    Y esos desconocidos anónimos -que ni siquiera tienen las agallas y habilidad para escribir una bitácora propia en la que desahogar sus amarguras-, que tengan en cuenta que bastaría una simple reclamación policial para solicitar el origen de sus IPs, que por si no lo saben, quedan registradas en el blog.

    Animo Jerónimo, y un abrazo.

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