Opinión
Jerónimo Calero
Hay varias formas de asomarse a los acontecimientos: pasar, hacerse mala sangre, o esta otra de sentarse a escribir cuando un telediario vuelve a poner en solfa -que es todos los días-, los distintos modos de corrupción con los que nos sorprenden nuestros políticos y sus derivados. Pero en esta última forma, si no eres periodista con sueldo, con lo cual estaría justificado mojarse; si además escribes en un medio local en el que eres conocido por ser de la localidad, por trabajar en determinado sitio, por tener un criterio más o menos definido o por los prejuicios que existen hacia quienes se manifiestan sin ocultar el rostro; y si , como es el caso, lo haces por puro altruismo o porque consideras que el silencio es sólo para los corderos; estás en riesgo de crearte enemistades, si no insultos anónimos, por lo que pareciera que tuvieras que estar siempre pidiendo perdón por atreverte a decir lo que casi todo el mundo piensa y pocos dicen.
Pero aún así, existen razones que mueven, que nos mueven, a actuar de una u otra forma. Todas son válidas, incluso las de quienes optan por el silencio, o simplemente por pasar. Puede ser por temor, por timidez, o por simple desinterés, aunque ese desinterés no nos exima de aprovechemos de lo que otros hacen o dicen.
Es cierto, nadie tiene soluciones, que sería lo deseable. No las tienen ni los gobernantes, pues de ser así ya hubieran resuelto tantos problemas como nos atañen Sólo tenemos una vaga conciencia de lo que está bien o mal, y si a pesar de eso, sopesamos nuestro criterio con otros de distinto calado , y somos consecuentes, podría ser modificable.
Hecho este largo preámbulo, se hace obligado entrar en materia: ¿Se creerán de verdad nuestros políticos que somos tontos, qué nos pueden engañar con la impunidad con la que lo hacen. que el dinero que malgastan es suyo, que el hecho de ocupar algún cargo les otorga patente de corso, qué pueden utilizar las leyes para marear la perdiz hasta que salgan nuevos temas que hagan olvidar los actuales?
Pues eso parece a juzgar por los telediarios. Todo son idas y venidas; largas y más largas para no llegar a conclusión alguna. Y van pasando días y años. Y la memoria, que no es un almacén inagotable, olvida lo viejo para dar lugar a lo nuevo. Y se nos diluye el tema del aceite de colza, o la fiebre de las vacas locas, o la inversión en vacunas contra la gripe –que a saber que habrá ocurrido con ellas-, o las preferentes –que aún no sé lo que son realmente-, o los desahucios que llevan al suicidio y que ahora parece que responden a hipotecas que no son transparentes¸ y se indemniza a los corruptos por despido improcedente, ¿tendrá esto algo que ver con el miedo?, y se da lugar a que algún director general de trabajo –sí, con minúscula-, se gaste en cocaína –eso dicen- ingentes cantidades de ese dinero que pagamos en impuestos hasta por caminar y que no se sabe cómo llega a las manos inadecuadas. –es curioso que eso pueda ocurrir sin que la oposición se entere, y no digamos, sin que se enteren los del propio partido en el poder-.Y se buscan las palabras oportunas para justificar lo injustificable. Y se callan las verdades que todos intuimos por miedo al efecto boomerang.
Y, mientras tanto, siguen pactándose miles de despidos en grandes compañías; Iberia, Caixabank, etc, con prejubilaciones que pretenden evitar males mayores –que no se evitarán porque no habrá ingresos para tantos como ya estamos en el otro lado¬-, con el beneplácito de los sindicatos, de la patronal y del gobierno, porque es lo único que se les ocurre, pues lo que realmente hace falta, que son ideas para que todo siga funcionando, no las tiene nadie.
Y ves la enorme corte, la faraónica corte, que se sienta, previo pago, en las mesas redondas, en los congresos de partido, en el congreso de diputados, en el senado, en las diputaciones, en las comunidades autónomas, en las embajadas, en las delegaciones de todo tipo… Siempre sonrientes, como si la felicidad estuviera de su parte, o los males que nos afligen fueran imaginarios.
Y nadie tiene el valor suficiente de empezar el melón y obligar a los ladrones a devolver lo robado, que sería mejor y más barato que enviarlos a la cárcel, porque ojo lo que costarán los juicios que hay entre manos. Ese es el camino por el que deberían comenzar a caminar nuestros políticos con su cohorte de asesores, para hacerse creíbles. Todos. No acusamos a nadie, pero no excluimos a nadie.
Llegamos al final. Un final impuesto por el espacio y por la consideración hacia los posibles lectores. Esta sólo es una forma de verlo. Mientras lo contamos, notamos cómo va creciendo la indignación. Pero, compartiendo nuestro comentario, creemos que hacemos lo justo.
Estoy de acuerdo totalmente contigo, al 100%. Porque mientras que el país va agotando su paciencia, ellos, los todopoderosos políticos solo se preocupan de los problemas de los Bancos y de sus propios problemas. Sí, aquellos problemas que ellos mismos han creado. Pero solo están pendientes que la porquería que día a día van destilando no les salpique a ellos mismos. Al final la crisis la pagamos los pobres ciudadanos de a pie. Y lo de pobres es en el mayor sentido de la palabra. Porque a día de hoy la linea que separa a pobres y ricos es mayor por momentos.
ResponderEliminarDe la misma manera que tantas veces se considera conveniente que nuestros políticos gobernantes salgan de vez en cuando de sus búnkeres para no olvidar la realidad de la calle, así también sería muy recomendable, que nuestros eminentes y avezados analistas políticos locales emergieran, también de vez en cuando, de su pasiva y comodona subjetividad para no olvidar que no es lo mismo predicar que dar trigo, las cosas están como o están y el sistema esta funcionando y realizando lentamente su trabajo, siendo en lo que se puede en estas circunstancias lo menos dañino posible para la sociedad. Es mi opinión.
ResponderEliminarAmigo anónimo de las 20,07. Ni me las he dado nunca de comentarista político, ni soy eminente, ni avezado, ni tengo la capacidad necesaria para ello. Sólo soy alguien de la masa con derecho a opinar sobre lo que ocurre, que además, es lo único que nos está permitido hacer a quienes no formamos parte del entramado social o político con el que se mueven los hilos del guiñol en el que nos han convertido. De cualquier manera, creo que lo subjetivo es lo que usted plantea en su respuesta, y me parece correcto que lo vea así; pero si lee mi artículo sin prejuicios, verá que me refiero a hechos y a circunstancias concretas. Lamento haberlo incomodado
ResponderEliminar¿Qué razón nos mueve?. Entre otras cosas tener el valor y la valía de expresar correctamente lo que la gran mayoría de la población piensa.
ResponderEliminarY eso, con la confianza que da el decir la "verdad", de no tener que dar cuentas a nadie, ni esperar nunca por ello retribución alguna, nisiquiera agradecimiento.