20 abr 2013

Cambiemos ya las placas equivocadas de las esculturas de Manzanares



Por Antonio Bermúdez García-Moreno


El escritor  Julián Granados García de Tomás ha publicado recientemente un interesante librito en el que recopila gran cantidad de datos sobre la famosa poetisa repentizadora  María Francisca Díaz-Carralero Rodelgo, más conocida como “La Ciega de Manzanares”, personaje  local a cuya memoria se erigió en 1983 una evocadora escultura férrea en un lugar destacado de la población.

Los orígenes de aquella desdichada mujer permanecieron ignorados durante mucho tiempo, sin que se supiese a ciencia cierta si había nacido en Manzanares o bien había venido al mundo en Tembleque, villa de donde procedían sus padres. Sin contar con la partida de bautismo, y equivocados por la edad de la finada que aparecía en la de defunción, los promotores de la escultura colocaron en la placa la supuesta fecha de nacimiento, 1816, y la de su muerte en 1894.

Así quedó la cosa hasta que mi buen amigo, el profesor D. Lorenzo Díaz-Pinés Muñoz, consiguió encontrar su partida de bautismo tras una laboriosa tarea de investigación y publicó un brillante trabajo en el programa de Ferias y Fiestas de 2003, demostrando que el nacimiento de María Francisca había tenido lugar en nuestro pueblo el 10 de octubre de 1818.

Puesta en evidencia la inexactitud del dato histórico recogido en la placa situada bajo la escultura, con fecha 5 de febrero de 2004 presentó ante la Corporación Municipal del momento una solicitud formal (con registro de entrada de documentos nº 919), avalada por una copia certificada de la partida de bautismo, pidiendo que fuera subsanado tal error.

Monumento a la Ciega de Manzanares
Foto: José A. Romero
Van a cumplirse nueve años desde que fuera tramitada tan razonable demanda sin que nuestras autoridades, tanto las anteriores como las actuales, se hayan dignado a cambiar una simple placa cuyo coste es insignificante. La única respuesta ha sido un vergonzoso silencio administrativo.

Puede que alguien piense que se trata de una cuestión baladí, pero no es así. Los manzanareños, y cualquier persona que visite nuestra ciudad, tienen derecho a recibir una información correcta desde el punto de vista histórico y turístico. Así pues, manifiesto mi apoyo a la petición realizada en su día por D. Lorenzo Díaz-Pinés  y reitero al actual concejal de Cultura la necesidad de acometer de una vez esta corrección.

Otro día hablaremos de los errores recogidos en la placa del monumento titulado “La mano tendida” o en la dedicada al párroco Pedro Álvarez de Soyomayor, sita en la ermita de Nuestro Padre Jesús del Perdón.

6 comentarios:

  1. Por mi parte, me parece correcta su observación.

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  2. ¿Quién te ha visto y quien te ve Antonio?.

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  3. Antonio, tu afán de protagonismo es evidente, vas a volver a tratar el tema sobre "La mano tendida". Ya lo hiciste de largo y tendido, en su momento.
    Ya no te sirve Siembra, podrías explicar tu cambio de aires comunicativos.
    La historia real como tal, como tu bien sabes, se basa en la mayoría de una postura oficial del momento, y ahí queda, y posteriormente es difícil aclarar la verdadera o la que el historiador de turno, cree que es la verdadera.
    También mucha historia se basa en tradiciones, la mayoría no escrita, leyendas o costumbres.
    ¿Cual es la verdadera historia?
    Cuando puedo prefiero ir a los biógrafos, que también pueden ser parciales o servir a unos intereses definidos y no ser la real historia.
    Por tanto, la historia como tal sin especulaciones, es la del historiador, profesional o aficionado, de turno.

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    1. No dialogaré con gentes anodinas que tienen de sí mismos un concepto tan pobre que les inpide estampar su firma bajo las líneas que escriben.

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  4. Gran trabajo, espero que pueda dar frutos. Cambiar el 6 por el 8 no creo que sea muy difícil. Perdona a los que al contrario que tu prefieren vivir en la ignorancia y creerse todo lo que les han contado. Con los trolls que se esconden bajo un nick o un simple anónimo, te recomiendo que pierdas el menor tiempo posible; olvidan la cobardía que les ha perseguido toda su vida y se convierten en sociópatas.

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